Depp Cordera; el moderno juicio del pelado

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Por Guillermo Adrianzen Barbagelata

Un actor de Hollywood con gran fama a nivel mundial enfrenta acusaciones de violencia por parte de su pareja. Hay evidencias en foto y video, que parecen sostener con fuerza la hipótesis de que habría golpeado a la mujer, en un caso de violencia de género que podría sepultar una carrera de 30 años ligado al cine, con apariciones en películas que atraviesan generaciones de público. Por ahora el incidente es “materia de investigación”.

Todo se mueve en una noria rosa de afirmaciones y desmentidos. En las redes sociales la tendencia es de incredulidad. Podría ser un plan urdido por la supuesta víctima en pro de obtener una tajada de la millonaria fortuna del actor. En general, nadie se aventura todavía a señalar con el dedo al querido Johhny.

En otro lado del mundo, un artista argentino de gran popularidad en su país natal y con un nombre conocido en América del Sur agoniza en la cornisa de su carrera de tres décadas dedicada a la música. Esta crisis es la consecuencia de ideas que lanzó en un contexto privado, que fueron publicadas en internet y sometidas a la implacable guillotina de las redes sociales. Las cosas que dijo son barbaridades propias del siglo 14, ya que hablan de la violación a la mujer como algo justificable. Casi una insólita situación donde ellas son las únicas responsables, según lo planteó.

Pero no fue lo único. También quiso desaparecer la línea de la adultez, en el contexto de relaciones entre una mujer y hombre. En palabras sencillas, levantó la gravedad a que una adolescente de 16 años tenga sexo con un hombre varias decenas de años mayor; como uno con más de cincuenta años, como Gustavo.

En medio del contexto que sea, las palabras son tan puramente patéticas que alcanzaron altos niveles en la sociedad. La conducta fue de absoluto repudio a las frases. Además del fusilamiento en la plaza pública virtual, instituciones anunciaron demandas contra el músico, conciertos donde participaría fueron cancelados y radios de varios países comunicaron que vetaran de por vida sus canciones. Incluso, él denunció que amenazaron con violar a sus hijas. Todo a partir de las repudiables frases dictadas a un grupo de estudiantes de periodismo.

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Ambos episodios son condenables desde cualquier punto de vista. No obstante, la llamada “justicia social” que deriva de los dedos del miles de personas detrás de dispositivos móviles es aterradoramente selectiva.

Es muy difícil que vuelva a escuchar Gustavo Cordera en vivo, como lo hice en muchas oportunidades siguiendo los himnos que me regaló Bersuit Vergarabat. Pensar en que vuelva solo a Chile es todavía más improbable, considerando que hace seis años está alejado de la banda que él ayudó a construir y posicionarla como una de las más importantes del rock latinoamericano en los últimos años. Sus lamentables declaraciones son el sepulcro del largo recorrido musical que forjó. Por supuesto, aparecieron los críticos que jamás les gustó Bersuit y que nunca toleraron al pelado.

Probablemente, muchos que supieron quién era recién a través de este escándalo. En síntesis, la crítica social que instaló al grupo ya no está más y hoy es parte del holding del Sr. Cobranza. A partir de ahora será extraño escuchar “Mi Caramelo” de la misma forma que antes, y básicamente todo el repertorio fuerte de Bersuit. ¿Hay una forma efectiva de sacar de tu vida canciones? Sería un mentiroso si dijera que borraré la carpeta con música de Bersuit. Cordera es el músico que se equivocó de manera asquerosa y yo soy el público que se quedó con una entrada en la mano en la puerta del recital. Leí que un par de radios en Chile que frecuentaban canciones de su autoría vetaron su obra en rechazo a sus dichos. En definitiva, Cordera queda como un excéntrico gusto de una fracción del nicho que abrió la mente con Bersuit.

Para ver películas de Johnny Depp, la fórmula es más sencilla. Una sonrisita en la cara bien de catálogo y hacemos como si nada hubiera pasado, porque la justicia social de los nuevos tiempos también es elitista y selectiva. A lo mejor si el actor detrás del Joven Manos de Tijera cantara en la Bersuit la gente no sería tan benevolente con las conductas violentas que tuvo contra su pareja. También podríamos vetar la música de Michael Jackson, acusado de pedofilia en varias causas. Pero seamos realistas, sabemos que las películas de Johhny Depp y las canciones de Michael Jackson pesan mucho más que cualquier escándalo con abuso de menores o violencia contra la mujer. Después de todo, Latinoamérica es un pueblo al sur de los Estados Unidos.

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Author: Su Lay

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